martes, 5 de abril de 2016

tormenta en abril

Estaba caminando a las 3 de la madrugada bajo la primera tormenta que caía sobre la ciudad, mi suéter beige y mi pantalón negro estaban completamente mojados, mi rizado cabello ahora sólo era una oscura ventana sobre mi cansado y pálido rostro, mis ojos estaban llenos de vida, y mi mente sólo pensaba en como llegar a casa, en llegar a casa y encontrarle, estaba perdido y agotado, mis piernas ya no funcionaban muy bien, había caído una y otra y otra vez, con tanto alcohol en mi sangre, con el cuerpo bastante frío, con el alma bastante rota. Estaba convirtiéndome en un nómada, no sabía a dónde ir, no tenía la idea de como llegar a mi lugar, las noches transcurrían y en cada una de ellas había un nuevo sitio para dormir. Hoy todo era diferente, hoy quería escapar de quien me estaba convirtiendo, hoy quería calor, quería tomar mi sábana, mis almohadas, quería pensar que su fantasma tal vez visitaría mi habitación, sólo pensaba en cuan lindo sería llegar y ver su cálida silueta, su sonriente boca, sus ojos cafés claros, sus pobladas cejas, sus largas pestañas, su rizado cabello. Quería escuchar su suave voz, sus excitantes gemidos, quería que me venciera una vez más con sus fuertes brazos, con sus velludas piernas, pero no sabía como llegar a casa, no tenía idea de donde estaba, sólo sabía cuan ebrio, agotado y roto estaba. Mi cuerpo se dio por vencido en las gradas de una casa, muy cercana a mi hogar, y allí decidí abandonarme, nunca había estado tan muerto, el frío era fuerte, y nada ya podría abrigarme, y justo cuando sentí como abandonaba todo, pude observar cuan cerca estaba de llegar a la meta, entonces simplemente me exigí llegar allí. Tomé las llaves y abrí las 2 primeras puertas con éxito, y antes de dirigirme a la habitación, entré en la ducha, el agua caliente comenzó a descender por mi cuerpo, por mis prendas, comenzó a abrigar mi helado templo, seguido a esto, me desnudé y noté las heridas que habían en mis piernas y brazos, el daño que me había causado todo este tiempo, y lágrimas empezaron a correr por mi rostro y junto a ellas, pequeños quejidos, lamentaba tanto todo aquel daño más que nada, más que haber roto la tregua que había hecho conmigo mismo hacía unos 2 años de no dañarme nuevamente. Mis ojos cerrados y mi silueta contraída en el suelo de la ducha, esa es una de las últimas cosas que recuerdo en esos 40 minutos. Después entré a mi habitación y él se había marchado, se había marchado para siempre, se había marchado hacía unos meses, y yo no sabía como estar solo allí, cuando él era todo lo que yo tenía, cuando pasábamos días viendo series, escuchando música, teniendo sexo, consumiendo comida, café y cigarrillos, drogándonos, peleando, hablando, sonriendo. Él se fue y me dejó a mi, y también dejó aquella carta, diciendo lo mucho que me amaba pero también pidiendo clemencia porque le dejara, porque le liberara de tanto dolor, yo era su veneno favorito, pero el veneno asesina, y él aún no buscaba morir, en ella también lamentaba el dejarme, pero aseguraba que yo estaría bien sin él. Él se fue en la última tormenta del año anterior, en noviembre, y yo, me ausento hoy, en la primera tormenta del año siguiente a su despedida, en un blanco papel y con el bolígrafo de tinta negra que me obsequió por mis 20 años, dejando algunos rastros mínimos de sangre debido a las heridas en mis manos, escribiendo: "Lamento no haber concretado la felicidad sin su presencia, lamento el no haber siquiera lograr estar bien o estable, pero él lo era todo para mi, y yo me perdí locamente por él, y en su ausencia ya nunca pude hallarme, en su ausencia ya yo no era absolutamente nada, en su ausencia me daba completamente por vencido." y entonces poco a poco un pesado desaliento invadió mi ser.

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