domingo, 20 de marzo de 2016

19.03.16

Estaba muriendo de sueño, pero no podía lograr dormir, no del todo, no cuando puedes cerrar los ojos y escenas de tu vida que parecen sacadas de películas de adolescentes problemáticos empiezan a rondar, recordando cada error que has cometido, no cuando deseas dejar de escuchar inclusive cuando no hay ningún sonido, y lo escuchas hablando, puedes oír su voz, recordar la primera vez que lo hiciste vía una nota de voz donde hablaba de sus libros, y qué de la última vez, donde se despidió de ti, en medio de un abrazo, ¿quién pensó que sería una verdadera despedida aquella vez?. Todo estaba lleno de silencio y oscuridad, y yo no lograba comprender como era que estaba batallando una vez más conmigo mismo para no derrumbarme.

En 4 meses cumpliría 19 años, cada vez que me observaba en un espejo no lograba descifrar lo que se  reflejaba, estaba furioso, porque no veía algo que realmente me gustara. Hacía unos meses emprendí una travesía que hasta ahora sólo me mantiene exhausto, días seguidos donde no me detengo, mi sangre mezclada con alcohol, mis plumones con restos de marihuana y nicotina, mi estómago sólo contiene medicamentos en cantidad exagerada, mi mirada perdida, ojos color café, solían ser expresivos, pero ahora van acompañados por grandes ojeras. No sé cuanto tiempo he vivido en realidad, los momentos son inciertos, rápidos, lentos, oscuros... He olvidado el rostro de mi madre por completo, la última vez que le vi me pidió que regresara a casa, pero volver ahora es muy tarde, conocí todo de lo que me pidió nunca conociera, su rostro apareció como un fantasma en el espejo del baño, a mi lado, mientras la sustancia blanca entraba por mi nariz, también estuvo allí cuando bajaron las 2 gotas de sangre, luego desapareció. ¿Qué hay de mi?, no lo sé, ¡no lo sé!, mi nombre, mi edad, mi vida, lo estoy perdiendo todo, y estoy feliz respecto a esto.

Allí va de nuevo su voz, hablando de su libro favorito, pidiendo que le dé un momento porque se encuentra hablando con su madre, pidiendo que le dé el abrazo por el cual vino, presentándome como un amigo ante su madre, contando la historia de porqué la ausencia de su padre, preguntando con cierta preocupación si estaba de acuerdo con tener sexo, diciendo en mi oído que le hacía sentir vivo. Allí va de nuevo su voz cuestionando mi inseguridad, diciendo que era un cobarde, pidiendo que le dejara en paz, dejando en claro que yo había sido uno mas de sus errores. Nunca antes lamenté tanto a alguien... Su nombre de ciudad, su cálido cuerpo, sus lindas mentiras, sus velludas piernas, su bigote poblado, sus manos delicadas, sus lágrimas enredadas en las pestañas, sus blancos pies, su manera de escribir, la manera en la que siempre escribo para él, negando siempre.

Perdido me encuentro, nunca le tuve, nunca me tuvo, nos conocimos muy bien, pero nunca nos pertenecimos. No es el culpable, no sé si soy el culpable. No quiero dejar de fumar, no quiero dejar de pensar en él, no quiero que el café deje de ser mi único alimento, no quiero cerrar mis ojos y dormir, no quiero dejar de tener una mirada sin expresión, no quiero volver. 

Mi silueta desgastada aclama, pide a gritos más experiencias, desea nutrirse de escenas, de tinta, de noches sin dormir, de bocas y cuerpos desconocidos, de lagrimas y sonrisas falsas, de cicatrices. Mi silueta desgastada me suplica vivir todo lo que me advirtieron no vivir, y ella misma también suplica por contarle a sus fantasmas sobre esto, fantasías llenas de dolor, placer, llenas de todo y nada.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario