viernes, 15 de abril de 2016

abril, abril, abril.

Sus pestañas acompañaban sus ojos, y sus ojos claros una vez más observaban los míos, pestañas, cejas, barba, ojos, él... Tarde fría en abril, árboles con flores rosas por doquier, café a solas, espera interminable, llamadas telefónicas, música clásica, aroma a orégano, el reloj marcando las 18:00 horas, cielo gris. Salí a fumar un cigarrillo, y no lo logré, él se adelantó, siempre lo hacía, como si conociera cada paso que diese. Lo miré y se encontraba a 10 metros de distancia, quise desaparecer, no estaba listo, nunca lo he estado, nunca lo estaré. Un saludo frío, unas cuantas palabras cruzadas, un largo viaje a su casa, mi cuerpo temblando por el frío, la ansiedad. Un reencuentro con su viejo mejor amigo, unas cuantas historias graciosas, unos cuantos cigarrillos consumidos, unas cuantas miradas incómodas. En cama, ambos cuerpos echados, el suyo, el mío. Silencio absoluto, momento incómodo, 1 hora mirando a la nada, esperando a que me dijera el por qué me había introducido nuevamente en su vida, escuchando y sintiendo su respiración, sus movimientos, observando su silueta perdida en la oscuridad. Mi vista cansada, me daba por vencido una noche más, esta vez teniéndolo a centímetros, aún muriendo por abrazarle fuerte, romper sus huesos, unir su piel a la mía, ser uno solo, mi brazo derecho muerto, mis oídos sensibles, su voz preguntando si aún estaba despierto, la mía confirmando, sus brazos cubriendo mi cintura, sus manos tocando mi cuerpo, las mías tocando su rostro, gemidos de parte y parte, mis manos jalando su cabello, las suyas aruñando mi espalda, orgasmos, orgasmos, orgasmos... Le miré pensando que todo había acabado, él me abrazó y besó con tanta delicadeza que me llenó de confianza, lo miré en la oscuridad, palpé su rostro de nuevo, no quería que nuestro momento acabara, así fuese la última vez, quería que fuese eterna... Dormí cerca de su cálido pecho, oyendo el leve latido de su corazón, inhalando su aroma. Un saludo de buenos días, una ducha, un desayuno, una discusión, un viaje de regreso a casa. Se despidió diciendo que esperaba verme pronto, yo respondí un hasta luego mirándolo como si le odiara, le odiaba porque se estaba marchando de nuevo, pero era así como debía suceder, y le quería por tenerme en su vida, le quería como a nadie antes. Yo ya no tenía miedo, tampoco tristeza, aceptaba la situación, él caminó unos cuantos metros y le perdí entre la multitud, aquella fue la última vez que le vi, tan vivo, tan solitario.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario