viernes, 12 de febrero de 2016
castaño, cafés...
su piel era pálida y tenía unos pómulos bastante marcados, su cabello acostumbraba a cubrir su rostro mientras dormía, y yo me encargaba de dibujar su silueta, me encargada de descubrir su cara, de dibujar sus bellas cejas, sus bellos labios. Sus piernas eran largas, y sólo ambos sabíamos cuanto me gustaba llevarlas a mis hombros, tenía una cintura escultural, y aquellos tres lunares debajo de sus senos que tanto besé. Bailaba justo después de inhalar aquello a lo que ella llamaba “polvo de la felicidad”, bailaba e inclusive estando drogada, perdida, solía verse como una obra de arte, tomaba mis manos y me hacía bailar, yo dejaba que se perdiera en mi pecho, ella con sus suaves manos jugueteaba en él, justo antes de que terminaramos siendo un sólo ser, yo que mientras ella dormía, aprovechaba para dibujar su escultural silueta, yo que estaba enamorado de ella, alguien que sólo estaba en búsqueda de perderse, no quería hallarse, no en el presente. Ella que cuando salía el sol, se vestía, me observaba como si no me conociera y se iba, para volver horas después, cuando el sol se ocultara, ella, con su cabello castaño, sus ojos cafés, y sus marcas de placer, que lindo fantasma era ella.
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