jueves, 27 de octubre de 2016

Octubre...

Sus extremidades abrigaron mi cuerpo nuevamente después de tanto tiempo, aunque no se sentía semejante, y descubriéramos lo frágiles que éramos ahora, pude casi palpar ese sentimiento de estar en casa, mi lucidez se llenó de representaciones pictóricas, destellos, recuerdos, que, aunque con el pasar del tiempo se hubiesen modificado un poco, seguían haciéndome sonreír. Todo en mi instinto era tan resplandeciente como un relámpago en medio de una tormenta en el océano, era una noche cálida, pero mi cuerpo estaba en ese instante tan frío que al sentir su pecho pude percibir como mi espíritu se aliviaba, se unía, él se encargó de ser mi abrigo por completo, aquel invierno que en mí yacía estaba floreciendo nuevamente. Recuerdo que podía olfatear su aroma natural, su transpiración, era una fragancia cítrica, me recordaba a transitar en medio de mandarinos, sintiendo la brisa en mi cutis, la luz del sol golpeando y cegando mi vista, mis pies vagamente sucios, el sonido del aleteo producido por algunas aves de colores pasteles y que de aquellas margaritas que estaban camufladas en tanta maleza, mi nariz se encontraba hipnotizada en aquella parte de su cuerpo donde yo solía despertar tantas veces, donde mirándonos a los ojos por primera vez susurró  quererme. Me encontraba allí, abrazándolo fuertemente, implorándole al reloj que se estancara, que me permitiera vivir en aquel momento, el sufrimiento no existía, todo era tan dulce como sus besos, todo era tan pacífico como acariciar su cabello antes de dormir... Abrí mis ojos, lo miré y él a mí, mis labios pedían unirse a los suyos, sin embargo, me oculté de nuevo junto a su corazón para escucharlo palpitar, y sujeté fuertemente su silueta una última vez, para así despedirme, sin antes agregar un "lo quiero, cuídese, por favor", mi tono de voz grave se quebró y nos separamos, cada paso que dábamos nos distanciaba de manera desgarradora. Mi piel anhelaba volver a la suya, gritaba por sentir su temperatura y su esencia, pero era una acción casi absurda de cumplir, cuando ya estaba lo suficientemente lejos, mis lágrimas, que estaban siendo detenidas por mis párpados como las paredes de una represa, se rebosaron, sacando a flote también algunos quejidos, obligando a mis brazos a envolver mi cuerpo, y aclamando por volverlo a ver una vez más...

1 comentario:

  1. se que esta de mas comentarlo aqui pero cuando leiste ese poema y tal vez tambien fue el momento, pero me provoco el inevitable nudo en la garganta y llego a tocar una fibra de mi. te agradezco por escribirlo y haberlo compartido conmigo de esa manera.

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